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martes, 7 de julio de 2015

~No será solo un juego~ /Capítulo 41/

  - ¿ A mi nuevo reino ? - la miré confusa, ¿ qué me estaba queriendo decir con eso ? - ¿ Dónde estoy ?
  - Estas en el sito adecuado a tu don. - Su sonrisa era leve, pero trasmitía una desconfianza palpable.
  No me gustaba nada aquel lugar, aunque había algo en él, que me hacía querer estar allí. Un joven apuesto vestido de traje, se acercó a la cama tras entrar por la gran puerta de la alcoba. En sus manos llevaba lo que parecía una bandeja de oro, con una elegante copa en el centro. Cerré un poco los ojos para fijarme más detenidamente en el líquido que había dentro.
  - Aquí tienes querida - la mujer cogió la copa cuando el chico bajo la bandeja a su altura y la acercó hasta donde yo me encontraba.
  - No tengo ganas de nada. - La señora hizo un leve movimiento de muñeca para mover el contenido de la copa, haciendo que el aroma de este me envolviera. Cerré los ojos aspirando aquel olor tan dulce y sabroso, y como si de un encantamiento se tratara, cogí la copa con ambas manos y bebí aquella delicia de un trago.
  - Tranquila, no es robado y hay más - una leve risita salió de sus labios.
  Noté un pequeño mareo, pero enseguida volví a estar bien. El sabor aun permanecía en mis labios y la verdad es que era muy agradable. Una nueva persona entró en la habitación, con lo que parecía ser algo de ropa. Lo dejó sobre un pequeño sillón que había a los pies de la cama y se marchó. Cuando solo quedaba aquella mujer mayor en la habitación, decidió marcharse, pero no lo hizo sin darme antes una nueva orden. - Visteté y baja al recibidor - No estaba muy segura de si hacerle caso o no, pero la verdad es que aquel cuarto tan grande me daba un poco de respeto y por el momento prefería no estar sola allí, y de paso quería saber donde estaba. Me desvestí y cogí la ropa, al abrir la caja, encontré un vestido negro, perfectamente doblado y unos tacones que iban totalmente acorde con este. También había una caja pequeña en el interior, que guardaba un brazalete dorado y unos elegantes pendientes. No sabía muy bien el por qué de esa vestimenta. Me parecía ir demasiado arreglada, pero quizá la situación lo requería.
  Al bajar las escaleras, me sentí como una especie de princesa por decirlo de algún modo. A mi izquierda, podía ver como unos cuatro chicos trajeados, esperaban de manera ordenada y total mente rígidos a algo. Al igual que las cuatro doncellas que había justo delante de estos.  Deslicé una de las manos por la barandilla de mármol blanco. Aquello parecía un palacio, todo era tan grande y estaba tan ordenado y formal ...
  - Por fin te has decidido a bajar por lo que veo. - Una voz masculina y joven resonó en el hall. - Estas preciosa. Justo como imaginé.
 Una esbelta figura apareció al final de la escalera, elegante y con una encantadora sonrisa.
  - ¡Byron! - Mis ojos lo recorrieron de arriba abajo y no pude evitar el morder mi labio inferior. - ¿ Qué haces tu aquí ?
  - Alguien tendrá que cuidar de ti. - Me ofreció su mano cuando terminé de bajar la escalera y tomé esta. Sus ojos miraban los míos sin borrar la sonrisa de la cara.
  - ¿ Y por qué no esta aquí Etahn ?- Miré su sonrisa, parecía mucho más apuesto de lo que recordaba.
  - Ethan no a podido venir aun, pero podrás reunirte con él pronto.

jueves, 2 de octubre de 2014

~No será solo un juego~ / Capítulo 40 /

  Mis ojos se apoyaron en los suyos, me transmitían tranquilidad y seguridad en mi misma. Se notaba que Self había aprendido tras una gran caída, pero mi decisión me parecía bastante más difícil. Se levantó y tras besar mi cabeza volvió dentro. Miré por un instante más el cielo y una estrella fugaz lo recorrió con todo su esplendor hasta desaparecer. Tras abrir los ojos, me levanté y me dirigí a mi habitación.

 - Buenos días Petter - sonreí y miré a Self que aun seguía allí. - Buenos días Self.
 - Buenos días pequeño ángel - respondió la pelirroja con sus hoyuelos adornándole las mejillas.
 -Pareces feliz Ali, y es algo que me encanta.
 - Volveré a la hora de la comida, tengo algo que arreglar - cogí una manzana roja del frutero y sonreí a ambos antes de marcharme de allí.

  Había caminado bastante para poder llegar a aquel lugar, el bosque parecía haberse vuelto oscuro y distinto. Se divisaba una pequeña cabaña de madera entre la maleza, justo lo que buscaba. Un graznido me hizo temblar. Estaba harta de escuchar aquel sonido, de ver a aquel odioso animal. Decidí ignorarlo e intentar acercarme a la cabaña. Se escuchaban voces en el interior.

  - Dije que me encargaría de la chica.
  - Y yo te dije que estabas fuera de lugar. - La voz se escuchó clara y firme.
  - Sabes que no puedes excluirme de esto. - Esta segunda voz era más bien juvenil, podría decir que incluso me era familiar.
  - ¿ Te das cuenta de que has matado a dos de los nuestros ? ¿ Ves la gravedad del asunto o estas tan ciego que habría que darte una lección ?
  - ¿ Darme una lección ? Queríais a la chica viva y ellos la tenían maniatada y medio moribunda.
  - Chicos. - Se escucharon unos gritos de dolor, algunos golpes y una risita. - ¿ Prefieres hacerlo a mi manera o a la tuya ?
  - Si la tocáis ...
  - Ethan, Ethan ... Cuando aprenderás - de nuevo esa risa malvada.
  Unos fuertes brazos fríos me agarraron antes de poder darme cuenta de nada, un grito ahogado por una de sus manos intentó escapar.
  - Veo que la chica vuelve solita al lugar de donde su querido amante oscuro la salvó. - Una de sus manos me señaló, y acto seguido Ethan dirigió la mirada hacia mi.
  - Alison que ... - su mirada llena de furia se dirigió a aquel señor que sonreía descaradamente. - Como le toques un pelo - Un fuerte golpe en el estómago lo hizo callar y soltar un fuerte gemido de dolor.
  Miré tal barbarie con algo de miedo, pero cambié el gesto para poder mirar la cara de aquel señor mayor. Una cicatriz recorría uno de sus ojos, no quería ser tan descarada, pero este se dio cuenta. Uno de sus chicos me hizo acabar de rodillas en el suelo y agachar la mirada. Esa cara me era conocida, no conseguía recordar muy bien donde la había visto, pero estaba segura de haberla visto antes. Tiraron de mi pelo hacía atrás, dejando mi cuello al descubierto.
  - Sería un honor probar tal delicia, ¿ no crees ?
  - Ni se te ocurra hacerlo - La voz de Ethan a pesar de sonar dolorida, sonaba firme.
  - ¿ O qué ? ¿ Vas a matarme quizá ? - de nuevo aquella odiosa risa malévola. Se acercó hasta mi posición y recorrió mi cuello con uno de sus dedos. - Por suerte para ti, esto tiene que entrar en un ritual cielo. - El dedo pasó a mi mejilla, de tal modo que hizo una vaga caricia por esta.

  Había cambiado, el cielo parecía oscuro, pero con un oscuro medio rojizo. Estaba tumbada en una amplia cama, cubierta de sábanas y cojines blancos. Había un dulce olor a jazmín, con un pequeño y ligero toque de vainilla. Era un olor un tanto raro, pero apetitoso para cualquier olfato. Me sentía como en una nube, todo era blando y esponjoso. Lo que pareció un camarero, interrumpió en la habitación, completamente vestido de negro.
  - Buenos días señorita. - Mostró lo que pareció una sonrisa. Estaba allí de pie como si nada, esperando algo de mi.
  - Buenos días. ¿ Dónde me encuentro ? - Justo cuando el joven abría la boca, una nueva persona interrumpió entrando con pasos decididos y con una amplia sonrisa de oreja a oreja.
  - Buenos días ángel caído. - Hizo un gesto que echó al sirviente y se acercó de manera desvergonzada a la cama. Con unas leves palmadas aparecieron varias chicas, también algo uniformadas.
  Entre las manos de cada una de las chicas, había una cosa distinta. Una traía unas rosas de color negro, otra chica sostenía lo que parecía algún traje o prenda guardado perfectamente en una funda, y muchas mas cosas.
  - Bienvenida a tu nuevo reino querida - la mujer me miró con una amplia sonrisa.